Pablo
Estaba acostado en la cama, no podía
dormir pensando o pensando en intentar no pensar en Rosario. Ella me había escrito
unos días atrás pidiéndome información sobre el hotel de mi papá. Habían pasado
7 años desde la última vez que habíamos hablado.
La vida había transcurrido, tuve mis
novias, nuevos amigos, mi hermano creció y mi perrita murió. Todo había
cambiado, pero no había cambiado eso que sentí cuando me escribió después de
tantos años.
Estaba con mis amigos hace unos
días, vi mi celular y tenía un mensaje de Facebook nuevo. Desbloquee el
celular, para ver si era algo importante. Rosario. Quedé mirando la pantalla
del celular, sin moverme, abrí el mensaje, lo leí un par de veces y me
desconecté.
Miré a mis amigos y vi que estaban
observándome con una sonrisa en la cara, se dieron cuenta que había dejado de
hablar de golpe. Ya no sabía que estaba diciendo, ni que tema hablábamos, era
como si se hubiera paralizado todo.
- Creo que acabamos de perderlo a
Pablo - dijo riéndose Ramiro - ¿Quién era? ¿Tu ex de nuevo?
- No... no - respondí frunciendo el
ceño
- Para que te deje así, tiene que
haber sido alguien importante - dijo mi hermano Tomás mientras se cruzaba los
brazos después de dejar una lata de cerveza vacía sobre la mesa.
- Era Rosario - contesté siguiendo
sin saber como reaccionar a ese mensaje.
- ¿Rosario? ¿Rosario, amor de
verano? - agregó Tomas sorprendido
- Si, quería saber el precio de las
habitaciones del hotel de papá
Ramiro nos miraba desconcertado,
usualmente no contaba la historia de Rosario. La chica del verano que me hizo
sentir vivo y feliz.
- ¿Quién es Rosario? y, lo más
importante, ¿Le respondiste? -
- No, no sé qué decirle. Paso mucho
tiempo -
Tomas y Ramiro se pusieron detrás
mío para mirar que me había dicho, les mostré el celular y sonreía pensando en
que si Rosario viera esta situación se reiría. Mi hermano me decía que
contestarle y nuestro amigo asentía a todo. La invite a quedarse en mi casa
para que no tenga que gastar en un hotel. Ella tenía que venir si tenía una
reunión de trabajo, le expliqué que no me molestaba que viniera y que viajara
al pueblo tenga esa cita o no.
En verdad quería verla, me daba
miedo y posiblemente a ella también, habían pasado muchos años, pero
responderle y hablar con ella era tan sencillo, fue a los pocos segundos como
si no hubiese pasado el tiempo.
Suspire en mi cama mientras
recordaba nuestra historia y esa conversación corta que tuvimos hace unos días,
no quería ilusionarme tan fácilmente con ella porque capaz cuando nos
reencontremos tantos años después, no nos sucedía nada. Prefería esperar a
sentir algo y cuándo eso pasara, aprovechar cada segundo con ella ¿Y si no
pasaba? me conformaba con ser amigos, nuevamente.
Decidí no responder sus mensajes o
contestar pero poco, ella no me volvió a hablar. Seguramente se cansó de que me
haga el ocupado, la conocía. Pasaron muchos años pero sabía cómo iba a
reaccionar con mi falta de respuesta.
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