Rosario
Estoy frente a la computadora
mirando la pantalla de Inicio de Facebook. Veo que salta el nombre de Pablo en
la barra de chat y me tienta hablarle, preguntarle si está seguro de recibirme
en su casa ya que no me había respondido mucho las semanas anteriores sobre
otras cosas.
Seguramente habrá estado ocupado
haciendo su tesis de Maestría en Arqueología, yo también estaba ocupada con mi
trabajo y mis propios estudios de posgrado, pero, aun así, quería hablar con él
para saber más de cómo es diez años después.
Por nuestra charla, cuándo le hable
la primera vez, seguía teniendo el mismo sentido de humor de siempre y me tenía
presente o me recordaba. Me había dicho "vos no sos cualquier chica, por
eso tenés privilegios" cuando quedamos en que iba a hospedarme en su casa.
Y no, no era cualquier chica y él no
era cualquier chico. Capaz, esta vez, podía llegar a besarlo sin interrupción
de nadie. Sonrío al recordar la única vez que nos íbamos a besar. Estábamos
sentados en el piso del pasillo que daba al patio, teníamos nuestras espaldas
apoyadas a la pared, el me abrazo con uno de sus brazos y comenzamos a
acercarnos para que (por fin) de mi primer beso romántico de mi vida y nuestro
primer beso. Apareció mi primita de seis años que estaba celosa porque deje de
juntarme con ella por preferir hablar con Pablo, nos vio y se fue corriendo.
Había arruinado el momento y nunca nos pudimos besar.
Si, soñaba con besarlo alguna vez,
por lo menos sacarme las ganas y la incógnita de cómo seria. Uno no desea
quedarse con la duda después de que una persona le genere tantas sensaciones
desconocidas. Sensaciones que nunca las volví a sentir con nadie.
Basta Rosario, te prometiste ignorar
- no pensar - en el tema "Pablo" hasta que llegue el momento. No hay
nada peor que una ilusión se convierta en desilusión ¿Qué pasaría si no me
sucedía nada? aunque una parte de mi (mi tonto, cursi y romántico corazón)
sabía que iba a sentir mil cosas con solo verlo. El solo hecho de pensar en que
faltaba menos para vernos hacía que mi corazón lata cada vez más rápido.
"Hola" escribí sin pensar,
no sé en qué momento había abierto el chat de él.
Pablo
Él estaba escribiendo en la
computadora el marco teórico de su tesis sobre arqueología musical en los
pueblos originarios de Argentina.
Escucho el sonido de Facebook de que alguien le había mandado un mensaje.
Era Rosario y un “Hola”. Se quedó quieto pensando en que responderle, aunque
eso iba en contra de lo que había planeado.
“Hola” escribió sin pensarlo
mientras sonreía.
“Acabo de enviar los avances de la
reunión a la empresa y me dieron el okey. Así que voy a ir, pero quería
preguntarte si estabas seguro de que querías hospedarme, no quiero molestar…”,
respondió Rosario
“No es molestia, ya te dije que me
pagas cocinando una pizza o algo rico en casa”, conteste, aunque me hubiera
gustado agregar un “me encantaría verte”.
“Genial, voy a sacar los pasajes en
los próximos días y te aviso cuándo llego”
Me imaginaba a ella sonriendo
mientras escribía eso. En algún momento íbamos a tener que cambiar números
telefónicos para comunicarnos por Whatsapp pero no quería que malinterprete o
piense que era un atrevido. Capaz tenía novio, no habíamos hablado de eso y,
posiblemente, me entere cuándo la vea.
“Perfecto”, respondí
Vi cómo el
Facebook me avisaba que escribía algo, estuve mirando no se cuántos minutos ese
aviso hasta que apareció el mensaje.
“¿Necesitas
que lleve algo?”
“No, nada.
Avísame cuándo sepas la fecha”, suspire
Ella estaba
escribiendo algo pero, aparentemente, se había arrepentido y no me respondió
más. Si, lo sabía. Me lo tenía merecido por responderle cortante, aunque en mi
cabeza daban vuelta mil preguntas que quería hacerle cuándo nos veamos.
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