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"La vida pasa" - Capítulo 3


Isabel
Estaba sentada en las sillas esperando que aparezca el famoso “Mr. Darcy”, agarré el celular y vi la respuesta de Ginebra. Estaba enojada porque no nos había contado de España, no era el problema que se vaya, pero nos podía decir: éramos sus amigas.
- Discúlpame – dijo la secretaria
- ¿Si? – respondí mirándola con cara de pocos amigos
- El señor Darcy se acaba de ir a una reunión, pero dijo que mañana estés a las siete de la mañana acá para que te reciba y que no llegues tarde como hoy – contestó esbozando una leve sonrisa
- Dígale al tal Darcy… - respire profundo – … voy a estar mañana puntual acá – no quería entrar en conflicto tan rápido con el nuevo jefe.
Fui a mi escritorio, me quedaban unas horas todavía para trabajar. Le conté a Liliana lo sucedido y me dijo que Darcy, en realidad, era el nuevo jefe del área de Marketing – el área en el que trabajábamos nosotras - pero que tenía una conexión directa con los directivos de la empresa porque era amigo o familiar de ellos y, además, se rumoreaba que iban a crear una nueva área de Marketing Digital pero todavía no se sabía quién iba a ser el jefe ahí, quienes se iban a trasladar ahí o en dónde iba a ubicarse el área.
- Seguro le ascienden a Martinez o a Gonzalez, viste que siempre andan detrás de los jefes yendo a almorzar o a jugar golf en lugares extravagantes - dije mirándolos
- Además, ellos no se emborrachan en todas las fiestas de la compañía – respondió riéndose
Sonreí y seguimos trabajando hasta que salimos del edificio.

Estaba caminando rápido hasta la entrada del subte que estaba en la esquina de mi trabajo y me choque con alguien. Era un chico de mi edad que trabajaba en una de las empresas que estaba en mi edificio, nos miramos de arriba abajo, nos sonreímos y nos fuimos por caminos distintos.

Llegué al bar que siempre íbamos con Ginebra y Martina, las vi sentadas en una mesa de la esquina, pasé por la barra primero a pedir una cerveza de trigo y miel. Fui a dónde estaban y me senté. Comenzamos a hablar de cosas de nuestro día a día, siempre iniciábamos la velada con temas sencillos, simples y divertidos para terminar con los temas serios con el cuarto o quinto vaso de cerveza en la mano.
- Me podés explicar ¿Quién es Mr. Darcy? – dijo Ginebra riéndose
- No lo vi todavía, seguramente me iba a retar por llegar tarde. Me citó para mañana a las siete de la mañana, pero, lo que si les puedo contar, es que se llama Mark Darcy igual que le protagonista de Bridget Jones – respondí sonriendo
- ¿Será cómo Mr. Darcy de lindo? – contestó Martina
- No lo se, pero no quejaría si lo fuera. Hoy vi un hombre para el infarto en el ascensor, pero estaba casado y estuvo escuchando mi conversación con Tomás – dije mirando a Gin - ¿De verdad te vas a España?
- ¿Por qué todos me dicen eso? ¡Voy a matarlo a Tomás! No quiero irme a España pero le dije que lo iba a pensar y el viernes tengo que darle una respuesta – respondió molesta
- ¿Quién más te dijo eso? – preguntó Martina
- Ian, el primo de Tomás – susurró
- Ese es otro hombre que está para el infarto – dije sonriendo – pero volviendo al tema, tenés que hacer lo que sientas, si no querés irte deberías hablarlo con él -
- Lo sé, pero me voy a casar con él. Es más complejo porque implicaría terminar la relación o que alguno de los dos sea infeliz acá o en España–
- Pero él ya está difundiendo como si está decidido – contestó Martina – Eso no es lo que habían pactado ¿No?
- No, encima ya le mostro a Ian el departamento que había alquilado para nosotros – respondió enojada – Lo voy a pensar, tengo tiempo hasta cuándo llegue a casa –
- Yo creo que voy a renunciar – dijo Martina – Me dijeron que no me van a mandar más de viaje para darle un estilo más “fresco y juvenil” a la revista y, para eso, contrataron a una chica que recién comenzó a cursar periodismo – agregó antes de que podamos interrumpir
- ¿No tenés algún contacto para poder ir a otra revista o lugar? – dije preocupada
- No, la verdad estoy pensando en abrir mi propio blog o sitio con tips de viaje, tengo material suficiente de temas que no me dejaron publicar porque no se ajustaba a la “visión” de la revista, pero, igual, necesitaría un trabajo para pagar las cuentas. No sé qué hacer – respondió
- Yo creo que tendrías que abrir lo del blog y podés tener un trabajo de medio tiempo relacionado al periodismo en algún lugar de la ciudad – contestó Ginebra
- Si, podría ser. El editor me dio unos días para pensarlo, pero si, ahora que tengo 28 años, me van a reubicar porque no soy “demasiado joven y fresca” ¿En qué sector voy a estar a los 40? – dijo Martina
- Para mí, pensá en qué querés hacer y ahí decidí. Sabes que siempre contás con nosotras para ayudarte un tiempo hasta que te equilibres de nuevo – respondí agarrándole la mano
Seguimos hablando unas horas más y nos despedimos con un abrazo afuera del bar.

Ginebra
Estaba en el taxi yendo al departamento que compartía con Tomás. Me enojaba la situación, que él diga a cuatro vientos que nos íbamos a ir a España y ni siquiera lo habíamos decidido juntos. Además, si así era con una decisión así estando comprometidos ¿Qué va a pasar cuando nos casemos? ¿Voy a estar obligada a hacer todo lo que dice por ser mi “esposo”?
A mí no me habían educado para ser una mujer sumisa que hacía caso a un hombre por el simple hecho de estar casada, en mi familia no era así. Se compartía las decisiones, pero siempre priorizaba lo que uno deseaba y, si eso implicaba estar lejos o viajar constantemente, no había problema porque lo que importaba era ser feliz e independiente, a pesar de estar en una relación.
Llegue a casa cansada, Tomás estaba mirando televisión, la apago y se acercó a abrazarme.
- Fui a la oficina hoy – me susurró cuando lo abracé – y no me quedó otra que decirle que aceptábamos ir a España – agregó con tono inocente
- ¿Vos me estas jodiendo? – respondí enojada mientras me separaba de el – ¡Decidiste eso solo!
- Por qué no me dieron opción y es bueno para los dos, así hacemos una vida nueva lejos de… - dijo intentando acercarse a mí
- ¿Lejos de qué? ¿De mi familia, mis amigos, mi vida? ¿De verdad pensas que soy tan estúpida para creer que no te dieron opción? Ian me contó hoy que hace semanas le dijiste que nos íbamos a España y ¡Oh casualidad! Yo no lo supe hasta esta mañana – grité furiosa de la mentira que me estaba diciendo
- Osita, tomaste alcohol, no estás pensando bien…. – dijo calmado
- ¿No estoy pensando bien? ¿De verdad me vas a decir eso? –
- Quieras o no vamos a ir a España – contesto enojado – estamos comprometidos y nos vamos a casar, así que, si me sale un buen trabajo allá, te vas a ir conmigo -
- ¡Vos te estas escuchando! “Te vas a ir conmigo” – respondí antes de irme a la habitación a armar mi bolso. Podía soportar cualquier cosa, pero no que me quieran manejar mi vida.
- ¿Te vas a ir ahora? – dijo acercándose a mi enojado
- ¡Si! ¡¿Sabes por qué?! Porque me gusta mi vida y no soy una mascota que puedas dominar su vida y llevar a donde se te ocurra y porque ¡No estamos en la Edad Media! – respondí corriendo de un lado al otro guardando todo lo que era mío a la vista.
- ¡No seas exagerada, osita! – contestó poniéndose adelante mío cuando estaba yéndome a la puerta de la casa
- ¿Exagerada yo? – respondí dejando la valija en el suelo y cruzándome de brazos
- Si, sos una exagerada. Y si querés casarte conmigo, te vas a tener que ir a España – dijo terminante
- Entonces, no me voy a casar con vos y listo ¿Viste como lo soluciono? – respondí sacándome el anillo, tirándolo al sillón y yendo a la puerta del departamento.
- ¿Qué? – contestó mirándome sorprendido
- ¡No nos vamos a casar, olvídate de que existo! ¡Ándate a España y al culo del universo si querés! – grite saliendo de la puerta y yendo a llamar al ascensor
- Pero ¡Osita! – dijo saliendo a buscarme
- ¡Odio que me llames osita! – respondí entrando y haciéndole fuck you mientras se cerraba la puerta del elevador.

Martina
Llegué a casa, me fui a duchar, así me cambiaba para acostarme y mirar unos capítulos de la serie Vikingos. Seguía pensando sobre qué hacer con mi trabajo, la verdad siempre quise independizarme laboralmente, pero eso tenía un costo y no sabía cuándo iba a poder equilibrar mi vida económica.
Me quede bajo la lluvia de la ducha pensando en mis ahorros, los posibles trabajos que podría hacer si renunciaba, el diseño de mi blog – si lo hacía -, entre otras muchas cosas que daban vuelta en mi cabeza y que no iban a facilitar que pueda dormir.
Sonó el celular, salí de la ducha corriendo y atendí. Era mi prima, quería insistirme – de nuevo – que le acompañe a la fiesta que iba a dar mi colegio secundario en celebración de sus cincuenta años como establecimiento educativo que era este viernes. La verdad no estaba de humor para fiestas de reencuentros con gente que fue malvada conmigo durante la secundaria, pero me insistió tanto que accedí ir solo por una hora.
Me acosté en la cama para ver la serie en el televisor, pero me quedé dormida rápidamente por el efecto de las cervezas.
Tocaron el timbre, di vueltas en la cama pensando que era mi imaginación pero volví a escuchar ese sonido. Fui hasta la puerta, trastabillándome mientras me frotaba los ojos. Miré por la mirilla y era Ginebra.

Me contó todo lo que le había sucedido cuando llego a su casa y cómo se había ido terminando la relación con Tomás. Debo aceptar que no me caía ni bien, ni mal, Tomás pero si habían ciertas actitudes que no me gustaban y las demostró todas esta noche con Ginebra.
Me pidió para quedarse unos días hasta que pueda conseguir un departamento o algo propio para poder mudarse. Nos abrazamos, le arme el sofá para que se acueste y nos fuimos a dormir.





    

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